miércoles, 19 de mayo de 2010

Oswaldo Albornoz Peralta; Homenaje al historiador marxista ecuatoriano Oswaldo Albornoz Peralta, al cumplirse hoy día el noventa aniversario de su nacimiento.

César Albornoz | Para Kaos en la Red | 9-5-2010
tomado de : www.kaosenlared.net/noticia/oswaldo-albornoz-peralta


Cuenca ha dado al país muchos destacados trabajadores de su cultura, intelectuales que han dedicado su vida a descubrirnos y a construir nuestra identidad nacional. En esta ciudad, justamente, nació Oswaldo Albornoz, el 8 de mayo de 1920.

Crece en un ambiente propicio para que escribir, más tarde, se convierta en inclinación natural. A su padre, Víctor Manuel Albornoz, poeta, periodista e historiador que llegó a ser declarado cronista vitalicio de Cuenca, lo tenía en su recuerdo armando sobre una gran mesa La Crónica, periódico del cual fue su director propietario siete años, hasta 1930.

Luego su traslado a Quito, a la casa del abuelo materno, otra personalidad fuerte que le marcó para toda la vida, el ideólogo de la revolución liberal, el brazo derecho de Alfaro: José Peralta, ese personaje que quienes lo admiran lo llaman titán, porque obra de titanes fue la construcción del Ecuador moderno emprendida por los liberales de la revolución del 95. En la tertulia familiar con frecuencia recordaba la preferencia que sentía su abuelo para que él le leyera los periódicos del día, o el libro que su deteriorada vista le impedía hacerlo, con la profusión de antes, para apropiarse de la inmensa cultura que había consumido sus ojos.

Ya en la capital, concluye sus estudios primarios en la Escuela Espejo, y los secundarios en el normal Juan Montalvo. Años treinta, las ideas progresistas del liberalismo radical que envuelven el ambiente familiar, son  enriquecidas en las aulas por algunos maestros que contagian en los futuros profesores las novedosas del socialismo. Así se va configurando la concepción filosófica del mundo que abrazaría como guía en  su vida y como método en sus escritos, siéndole fiel desde entonces porque la realidad se empecinaba en demostrarle sus certezas.

Tres años en Guayacán sería su ejercicio como maestro en la única escuela del lugar, recóndito poblado orense, donde conoció la vida del montubio, las alegrías y tristezas del agro costeño. Fijada en la memoria la belleza de los paisajes vistos, agotados los libros que se proveía en sus visitas a la librería de Zaruma, los reiterados llamados familiares hacen que regrese a Quito en 1942.

Es cuando empieza su actividad intelectual, alimentada por su activa militancia política de tres décadas, al ingresar entonces al Partido Comunista del Ecuador, el único al cual perteneció y en el que desde la base llegó a dirigente provincial, miembro del Comité Central y del Ejecutivo, y a dirigir por diez años su semanario El Pueblo.

La capital de los años cuarenta es una sociedad en ebullición en todos los sentidos. La oposición al nefasto gobierno de Arroyo del Río, el interés con que se sigue la segunda guerra mundial, las organizaciones que se forman, generan un semillero de donde surgen varios de los más destacados representantes de las letras y artes ecuatorianas. La Universidad Central publica Surcos, periódico donde empieza su oficio de escritor, en el cual no desmayó nunca, en su afán de esclarecer aspectos soslayados o tendenciosamente interpretados de la historia nacional y latinoamericana.

Una mejor visión para lo que escribe, le da su participación directa en los acontecimientos políticos de los sectores populares a los que preferentemente dedicó sus investigaciones. Para conocer mejor la situación del indio, por ejemplo, no solo aprendió lo que al respecto dicen escritores progresistas, sino que en aquellos años de su juventud fue a vivir con ellos, alrededor de un año, en una comunidad de Tigua donde ayuda a organizar una de las primeras cooperativas campesinas que se crean en el país. Las reuniones con dirigentes campesinos y obreros, con destacados dirigentes de otros partidos del pueblo, el socialista básicamente, y en algunas circunstancias incluso con personeros de otros partidos, actividad normal dentro de su militancia política, le permitieron no solo ser narrador sino también actor de lo que después convertiría en textos. La militancia política, recalcaba, fue su mejor escuela para poder entender y escribir los problemas en que centró su atención de investigador social. Incluso, las largas décadas como empleado público en el Poder Judicial que a más de sobrevivir, porque sus sueldos para eso alcanzan, le dieron un caudal de conocimientos jurídicos para la comprensión del sistema legal que se ha tejido para sustentar la injusta sociedad en que vivimos.

Hasta 1960 el campo de su labor intelectual está  básicamente en el periodismo. A más de Surcos, donde se inició, y de El Pueblo que dirigió desde 1949 hasta 1960, dirige también, de 1945 al 47, el semanario Ñucanchig Allpa (Nuestra Tierra), órgano de la Federación Ecuatoriana de Indios y El Trabajador, órgano del Comité provincial de Pichincha del Partido Comunista. En los años cincuenta colabora asiduamente con sus artículos en  el prestigioso diario El Sol que dirige Benjamín Carrión.

Por esa época inicia también su producción en obras de mayor aliento. Así, uno tras otro, con la dificultad que significa ser escritor comprometido con la otra historia, la que incomoda a ciertos sectores, se publican sus trabajos que conforman su contribución a nuestras ciencias sociales: Semblanza de José Peralta (1960), Historia de la acción clerical en el Ecuador (desde la conquista hasta nuestros días) (1963), Del crimen de El Ejido a la revolución del 9 de Julio de 1925 (1969), Las luchas indígenas en el Ecuador (1971), Dolores Cacuango y las luchas campesinas de Cayambe (1975), La oposición del clero a la independencia americana (1975), Breve historia del movimiento obrero ecuatoriano (1983), El pensamiento avanzado de la emancipación: las ideas del prócer Luis Fernando Vivero (1987), Montalvo, ideología y pensamiento político (1988), El caudillo indígena Alejo Saes (1988), Ecuador: Luces y sombras del liberalismo (1989), Bolívar: visión crítica (1990), Eugenio Espejo (1997), José Peralta, periodista (2000), El 15 de Noviembre de 1922 (2000) y Las compañías extranjeras en el Ecuador (2001). A lo que habría que sumar gran cantidad de artículos aparecidos en revistas y periódicos del país.

En la tertulia familiar contaba cómo fue posible publicar uno de sus libros que más trascendió en la formación de los futuros estudiosos de la realidad ecuatoriana, Historia de la acción clerical en el Ecuador, que prácticamente se convirtió en texto de historia nacional en colegios y universidades, porque era el único de la nueva interpretación que existía, hasta que en 1975, gracias al esfuerzo mancomunado de varios prestigiosos intelectuales, apareció Ecuador: pasado y presente preludiando el inusitado auge de la investigación de nuestra sociedad que se ha producido en el último cuarto de siglo. El mayor empeño puso su entrañable camarada Luisa Gómez de la Torre, incansable revolucionaria en la organización del movimiento indígena y obrero, con iguales arrestos en la labor de propaganda, porque así entendía la función del libro que se propuso vea la luz. Personalmente recolectó fondos de todos los que había calificado como seguros colaboradores, entre ellos ilustres personajes de la tendencia de izquierda como Benjamín Carrión, quien puso la cuota individual más alta, o el maestro Guayasamín que puso lo que mejor sabía hacer: una cruz roja en la portada, con sus inconfundibles pinceladas de denuncia y de protesta. Luego la siguiente dificultad, su difusión, en plena dictadura militar ─para recuperar la inversión y devolver su parte a cada uno de los contribuyentes─ entre ellos Jaime Galarza Zavala, otro camarada y entrañable amigo, vendiendo el libro por todo el país junto a otros nombres que guardaba con cariño en su memoria.

La característica de sus trabajos es una visión diferente de la que, sin desmerecer esfuerzos anteriores, seguramente es pionero en el país: la interpretación marxista de la historia ecuatoriana. Así su enfoque, eminentemente sociológico, rompe con la tradición liberal, tradicional o conservadora de resaltar hechos unilateralmente privilegiados, ciertos personajes o fechas, para empezar a reconstruir una historia viva en la que el pueblo es su actor y protagonista más importante: los indios en su condición de conciertos o mitayos, o como rebeldes ante el cúmulo de injusticias que ha sido el comportamiento de las clases dominantes en los últimos 500 años en nuestra patria; los trabajadores, obreros, artesanos, etc., en su organización gremial, sindical o política, en su lucha por arrancar reivindicaciones que dignifiquen su existencia; la mujer y su abnegada lucha por ganarse el espacio que le corresponde en una sociedad con taras de las que todavía no logra desprenderse.

Las revoluciones y movimientos populares más relevantes que han tenido lugar en el país es otra parte fundamental de sus escritos. Y junto a ello, el rescate de aquellos compatriotas que difícilmente encuentran lugar en las historias oficiales, porque temen que al conocerlos el pueblo siga su ejemplo: ahí están, en sus escritos, los dirigentes indígenas que pusieron las bases de ese respetable movimiento social que es el de nuestros días: Rumiñahui, Jumandi, Lorenza Avemañay, Cecilio Taday, Francisco Sigla, Daquilema, Guamán y Saes, Puma de Vivar, Jesús Gualavisí, Ambrosio Laso, Dolores Cacuango, Tránsito Amaguaña, todos de pie, organizando a su pueblo, indicando el camino correcto, del que a ratos parecen desviarse algunos de los dirigentes que hoy en día los han reemplazado. Igual, el movimiento obrero con sus jornadas de luchas trascendentales. O los más altos valores de la intelectualidad progresista del ser ecuatoriano: Espejo, Mejía, Vivero, Montalvo, Joaquín Chiriboga, Vargas Torres, Alfaro, Peralta y tantos más.

Además, rompiendo tabúes, incursionó en campos vedados para cierta historiografía que guarda reverencial silencio en problemas como la actuación de la iglesia en la historia ecuatoriana, o de las empresas extranjeras y su nefasta presencia en el Ecuador. Así, importantes trabajos sobre la realidad ecuatoriana salidos de su amplio conocimiento y prolija investigación, permanecen inéditos: Notas sobre el desarrollo social y las creencias religiosas de los antiguos pobladores del Ecuador, Juan Honorato Peralta, pionero del socialismo en el Ecuador, Ideario y acción de cinco insurgentes (Espejo, Mejía, Joaquín Chiriboga, Marcos Alfaro, Manuel Cornejo Cevallos), Estudios Históricos. Y quería reunir todos los estudios biográficos de líderes indígenas que ha escrito para ponerlos en una misma galería, hombro a hombro, bajo el título de Caudillos indígenas.   Además, entre uno de sus últimos deseos, con la dificultad para hablar por el cáncer que ponía inexorablemente fin a sus días, dijo: de mis escritos que he dedicado al problema indígena, quisiera que se traduzca algo al quichua, para que ellos puedan leerlo en su propia lengua.

El 2007 la Casa de la Cultura Ecuatoriana publicó en dos voluminosos tomos sus   Páginas de la historia ecuatoriana   y el 2009, con motivo del bicentenario de la Independencia, la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador, su Actuación de próceres y seudopróceres en la Revolución del 10 de Agosto de 1809. Con el mismo motivo, la campaña de lectura Eugenio Espejo publicó en su colección bicentenaria, en un gran tiraje, la segunda edición de su Oposición del clero a la independencia americana.

Algunos reconocimientos han merecido sus trabajos. En 1990 su Bolívar ganó el premio Mejía del Municipio de Quito en Historia, Más tarde, con motivo del centenario de la revolución liberal, el Consejo Provincial de Pichincha le extendió la orden Rumiñahui por su contribución al análisis de ese magno acontecimiento y por su compilación de las inéditas Cartas del General Eloy Alfaro, voluminoso libro publicado por la misma institución en 1995. Y por último, en julio del 2000, la Universidad Central del Ecuador premió su labor de más de cincuenta años de producción para las ciencias sociales ecuatorianas otorgándole el Doctorado Honoris Causa. La más prestigiosa universidad ecuatoriana, a sus ochenta años, le graduaba de doctor. El Ministerio de Educación y Cultura, en septiembre le otorgó la Condecoración al Mérito de Primera Clase y, al mismo tiempo, la Casa de la Cultura Ecuatoriana le incorporó como miembro honorario de su Departamento de Historia.

Siempre se mantuvo optimista en que la redención del ser humano es su único destino, y convencido de que el socialismo por más reveses o reflujos tenga ─al fin y al cabo procesos dialécticos de la historia─ será más temprano o más tarde el camino de la racionalidad recuperada. Por eso produjo casi hasta el final, hasta cuando la enfermedad le arrebató su energía, porque, pensaba, los temas y problemas que se deben esclarecer, sobre los que en su criterio no se ha dicho suficientemente la verdad, o no se ha dicho nada, eran varios y los tenía anotados en un cuaderno como para recordar cuanto le faltaba escribir. Esa la tarea que se impuso, fiel a su convicción de que la historia de una sociedad se escribe porque tiene una justificación: conocerla en sus procesos pasados, relacionarlos con el presente, para no equivocar rumbos en el futuro.
El 27 de noviembre del 2000, con su conciencia tranquila, en paz consigo mismo por haber sido útil al país cuya historia escribió y su problemática social desentrañó en lo que le fue posible, rindió tributo a la muerte, pero para seguir viviendo en sus obras.

Alerta!!!: Ataques Xenófobos contra residentes cubanos en Ecuador

miércoles, 5 de mayo de 2010

Documento de Debate y Propuesta de Programa Mínimo de la JCEPICHINCHA a la II Conferencia Provincial


Documento de Debate y Propuesta de Programa Mínimo de la JCEPICHINCHA a la II Conferencia Provincial



covocatoria

lunes, 3 de mayo de 2010

PRIMERO DE MAYO: DÍA DE CONCIENCIA DE CLASE !























EN ESTE MES DE MAYO DE COMBATE SEGUIMOS PROCLAMANDO:
SOCIALISMO PATRIA O MUERTE,
VENCEREMOS ! ! !


sábado, 1 de mayo de 2010

Primero de Mayo: Perviviente llama, atizada en la lucha permanente

PARTIDO COMUNISTA del ECUADOR

Indiscutiblemente es el Primero de Mayo la fecha más emblemática del movimiento obrero internacional que, a su vez, entrega la valiosísima ocasión de realizar un escrutinio de la actual realidad, tanto nacional como internacional y consecuentemente -que es lo más importante- permite esbozar las futuras tareas para las aspiraciones económicas, políticas, ideológicas, sociales hacia el empeño histórico de, junto a todo el pueblo, transformar revolucionariamente la sociedad en la perspectiva de socialismo tanto donde ya existe como en nuestra fraterna y heroica Cuba o en la Republica Popular China o donde se sientan las bases del mismo como en Venezuela o donde se labran sus inicios como en nuestro País.
Esta fecha sublime para los trabajadores y los pueblos, como sabemos, es homenaje a los obreros estadounidenses que el 1º de Mayo de 1886 en la Plaza de Highmarket en Chicago realizaron una concentración por la jornada laboral de 8 horas que a pretexto del estallido de una bomba sirvió para que las fuerzas represivas maltraten a miles de manifestantes y en encarcelen a sus principales dirigentes de los cuales 7 fueron condenados a la pena de muerte mediante juicios amañados y uno sancionado con quince años de prisión. 
En nuestro país el recuerdo del Primero de Mayo nació vinculado a la lucha por la jornada de ocho horas y más aspiraciones por mejores condiciones laborales.
La Revolución Liberal de 1895 y su plataforma laboral significó un importante avance para las reivindicaciones obreras y del trabajo en general.
En 1911 internamente las nacientes organizaciones mutualistas y gremiales comienzan a recordar la masacre de Chicago y en 1913 se lanzan ya públicamente, fundamentalmente en Guayaquil, a conmemorar esta fecha.
En el principal puerto del Ecuador se había constituido bajo la presidencia del políglota Dr. Carlos Rolando un Comité encaminado a lograr que el 1º de Mayo sea oficial y nacionalmente reconocido, lo que se consiguió con el Decreto del Presidente Leónidas Plaza Gutiérrez de abril 23 de 1915.
En 1890 el Congreso de la Segunda Internacional resolvió la conmemoración universal de este día.
En 1910 se había producido en México la revolución agraria con esbozo antiimperialista de Zapata y Pancho Villa y en 1917 en la vieja Rusia de los zares, los obreros campesinos y soldados conducidos por Lenin y el Partido Bolchevique protagonizan la Revolución de Octubre.
El 15 de noviembre de 1922 ocurre el bautizo de sangre de la clase obrera ecuatoriana cometido por la plutocracia y con la anuencia del imperialismo, por el avance en organización y conciencia de los trabajadores y el pueblo de Guayaquil y el Ecuador.
La masacre del 15 de Noviembre se contestó con la mejor respuesta histórica: la Fundación del Partido Comunista el 23 de Mayo de 1926.
En este Primero de Mayo la humanidad presencia la más extendida honda y aguda crisis del capitalismo desde 1929; pero la experiencia histórica demuestra y nuestros clásicos del marxismo-leninismo lo señalaron que ningún sistema de explotación cae por si mismo sino existen las fuerzas que actúen por su derrocamiento y busquen una sociedad superior.
Carlos Marx afirmó “la clase obrera es revolucionaria o no es nada” y hoy esta afirmación del insigne guía del proletariado mundial cobra más vigencia para nuestra Patria.
A la luz de las actuales condiciones políticas y sociales del Ecuador otra de las afirmaciones de Carlos Marx conviertese en plenamente actual y oportuna cuando afirma:

 “Aparte de sus fines primitivos, los sindicatos deben aprender a actuar ahora de modo más consciente como ejes de organización de la clase obrera, por el interés superior de su emancipación total deberán apoyar todo movimiento político o social que se encamine directamente a este fin. En tanto que se consideran a sí mismos como vanguardia y representación de toda la clase obrera, y puesto que obran de acuerdo con esta significación, deben conseguir atraerse a los que están fuera de los Sindicatos. Deben ocuparse cuidadosamente de los intereses de las capas trabajadoras peor pagadas, por ejemplo, de los obreros agrícolas, a quienes circunstancias especialmente desfavorables han privado de sus fuerzas de resistencia. Deben llevar a todo mundo a la convicción de que sus esfuerzos, lejos de ser egoístas y ambiciosos, han de tener más bien por fin la emancipación de las masas oprimidas”
Lenin el otro genial guía del proletariado y conductor de la Revolución de Octubre también expreso “Pero el desarrollo del proletariado no se ha efectuado ni ha podido efectuarse en ningún país de otro modo que por medio de los sindicatos y por su acción conjunta con el partido de la clase obrera”.
En el momento actual en nuestro país todos nuestros esfuerzos deben encaminarse a elevar la organización, la conciencia y la sabiduría estratégica y táctica de la clase obrera, los trabajadores y el pueblo hacia el gran objetivo de cambiar revolucionariamente el modelo de desarrollo y también el tipo de sociedad capitalista hasta ahora vigente.
Esto pasa, junto con nuestros propios caminos y objetivos de la Revolución Nacional Democrática como antesala del Socialismo, por impulsar que el Presidente Rafael Correa y su planteamiento de la Revolución Ciudadana, mantengan la tesis de considerar al trabajo como el principal factor de producción y que aquel sea reconocido por su valor y no por su precio, por supuesto que hoy puntualmente a eso no abonan medidas como el instructivo del ministerio de relaciones laborales que pretende intervenir directamente en los tribunales de conciliación , o como los palos de ciegos que se dan en el tema de las jubilaciones del sector público o como el mismo cambio de nombre del ministerio donde se da la imagen de que las “relaciones laborales” son entre iguales; aunque también hemos de señalar que aspectos más negativos del Decreto 1701 fueron enmendados en el 225 en donde fundamentalmente la CTE impulsó esas rectificaciones.
No se construirá una nueva sociedad derivando tan solo hacia un neokeynesianismo ”latinoamericano” o hacia una “sociedad de propietarios” o hacia un capitalismo de estado burgués o hacia un “capitalismo de ocasión”.
Las premisas se sientan en la utilización racional y soberana de nuestros recursos naturales; en la ocupación eficaz y eficiente de las fuerzas productivas directas hasta ahora inutilizadas o maltratadas salarial y laboralmente; en una reforma agraria profunda, en la reingeniería ideológicamente radical del aparato estatal; en la incorporación de las fuerzas armadas a una más activa participación en la construcción de la nueva sociedad y a la incorporación voluntariamente masiva del pueblo a las fuerzas de resistencia; por una vertical política exterior de soberanía y consecuencia; por una democracia autentica que rompa los esquemas de la “participativa” o “representativas”.
En esta ruta el Partido Comunista, la CTE, la FEI, el Frente Unido de Mujeres, la Juventud Comunista y mas organizaciones cercanas marcharemos en la vanguardia del gran torrente de nuestro pueblo que con sus logros y luchas históricas y con los siete triunfos electorales recientes conducidos por el Presidente Rafael Correa, cincelaremos unitariamente esa nueva sociedad, aspiración medular desde los orígenes de la nación y nacionalidades de nuestra Patria.                     

                                                                                                                                                            Quito, 1 mayo 2010


                                                                  PARTIDO COMUNISTA del ECUADOR
                                                                                   COMITÉ CENTRAL