Quito, 23 de mayo de 2001
Carta a los que aún son. No han dejado de ser.
Tienen una conciencia que va del ayer al mañana,del hoy al futuro.
Camaradas:
Les saludo y rompo el silencio que nos tiene tan distantes, porque soy, seguramente, la que ha sobrevivido a los conflictos internos y divergencias que nos han separado.
Me veo en la necesidad de recordar ante ustedes - los que quedan o quieren reemplazarlos - a aquellos que fueron los primeros en organizar al Partido como un deber histórico, con el fin de darle al pueblo y a la nación el instrumento indispensable para su verdadera liberación.
Si ellos y ellas comprendieron que la militancia era necesaria y la organización del Partido indispensable para hacer del país atrasado, semifeudal y dependiente, uno diferente, soberano y justo, nos abruma más el inmovilismo de ahora, la desorganización de la izquierda, la falta de respuesta a las exigencias de hoy. Deber mayor y de más urgencia es ahora el conocimiento del marxismo y su estudio, porque Marx tiene razón. La globalización que advertía en el Manifiesto Comunista deja de ser una amenaza, es realidad.
¿Cómo podemos completar la acción de Bolívar en su lucha por la Independencia y las reformas de Alfaro, otra vez truncas, sino llevándolas hacia el cambio verdadero?
De ahí que sea vergonzoso nuestro silencio, nuestra desorganización. La globalización planteada y ejecutada como la salida a la nueva crisis que sacude al mundo, no es sino un intento más, audaz y lesivo del capitalismo, para asegurar su dominio a escala mundial, mientras los miserables de la Tierra se inmovilizan. En tanto la conspiración financiera engaña y avanza. Prueba de ello es el estado en que están los países del mundo pobre y los pueblos, en condiciones de guerra económica no declarada pero palpable. La entrega del propio territorio ecuatoriano como base militar en Manta y el Oriente, la inicua cesión de las zonas que garantizan la apropiación de las aguas de la Amazonía, en un Pacto llamado de la Paz y que es de infamia, nos han conducido a la participación en el Plan Colombia y en la guerra del Imperio. Con el aumento de la deuda impagable y la dolarización, más la corrupción total que padecemos, tenemos una larga y dolorosa historia para reconstruir el sueño de Ecuador soberano y digno.
Es nuestra obligación el hacerlo. Y solo hay un camino: la revolución socialista. Unidos y organizados podemos lograrlo.
Si ustedes están de acuerdo contesten para preparar una reunión futura.
Les agradezco y saludo nuevamente.
Nela Martínez (Militante del Partido Comunista del Ecuador).