convoy de "karusélshiki"
Por Josafat S. Comín
Aunque sea prematuro ─con las urnas todavía calientes─, ponerse a hacer análisis sobre lo ocurrido en la escena política rusa a lo largo de los últimos meses y a la espera de las declaraciones y reacciones de los próximos días, merece la pena pararse a reflexionar sobre algunos aspectos de lo acontecido.
Parece arriesgado mencionar siquiera la palabra “fraude” con unos resultados tan contundentes (64%) a favor del candidato oficial y sin embargo no nos queda más remedio. Pero empecemos recopilando algunos datos para la reflexión:
- La cifra de participación oficial nos habla de un 65,3%, pero basta recorrer el mapa interactivo de Rusia con el ratón, para descubrir que en las regiones más pobladas de la zona europea, esa participación es sensiblemente inferior y pocas son las regiones donde pasa del 55%. En Moscú, epicentro de las protestas de estos últimos meses, se ha quedado en un 49,12%. ¿Dónde están ese deseo de cambio, ese hartazgo, esa indignación? ¿en casa?
- Como suele ser habitual, los mayores porcentajes de participación y de apoyo al “oficialismo”, los encontramos en las repúblicas nacionales del Cáucaso, el Volga, Siberia y Lejano Oriente.
Chechenia vuelve a destacar por sus records en “participación popular y responsabilidad cívica”. Con un 94,5% de participación, Putin gana con un 99,73%.:)) Desde aquí, mi homenaje a ese 0,03% de valientes que vota allí por Ziugánov.
- Si comparamos el espacio informativo que se les ha otorgado a los cinco candidatos, con los resultados oficiales de las elecciones, habremos de pensar en que la proporcionalidad no es casual. A lo largo del mes de febrero la presencia de Putin en el espacio informativo de los 5 canales de televisión de ámbito federal, ha sido cercano al 70%. Mientras, al resto se les ha “concedido” un democrático 7% de media. En tales circunstancias de “igualdad de oportunidades”, parece meritorio que Ziugánov haya alcanzado el 17% (oficial).
Como vemos, en comparación con anteriores citas electorales, poco o nada parece haber cambiado, incluso podemos hablar de retrocesos. Hace 12, hace 8 años, Ziugánov tenía incluso algún punto porcentual más en el reparto del pastel informativo.
¿Qué ha cambiado en estos meses, desde las elecciones legislativas?, ¿dónde están esos cientos de miles de manifestantes que abarrotaban las plazas con lemas como “Por una Rusia sin Putin”, “Fuera delincuentes y ladrones”?, ¿acaso no han tenido ninguna repercusión en el ánimo del electorado?, ¿quién estaba realmente detrás de la organización de esas protestas?, ¿por qué el PCFR insiste en hablar de fraude y se niega a reconocer el triunfo de Putin?
Como no podía ser de otro modo, ayer por la noche las caras en el cuartel general de campaña del PCFR, eran largas y serias y el mensaje el mismo que hace tres meses. Las elecciones no han sido limpias, transparentes ni honestas. El caudal de fraude ha sido incluso mayor que en las legislativas. Ziugánov lo resumía en una frase: “No veo ningún motivo para felicitar a Putin”.
Tanto Zhirinovski, como Mirónov, se apresuraron a felicitar por vía telefónica a Putin, sin poner ningún pero a las cifras de la victoria. Cuesta creer que sean los mismos, que hace apenas una semana aparecían en rueda de prensa conjunta con el líder comunista, en la agencia “Interfax”, coincidiendo en lo fundamental con las tesis de Ziugánov sobre lo ocurrido en diciembre y lo que se preparaba para este domingo.
Mélnikov (vicepresidente del PCFR) recordó a los periodistas que abarrotaban ayer la pequeña sala de prensa de la sede del Partido Comunista, que las denuncias de irregularidades que habían recibido hasta las 5 de la tarde, duplicaban en número a las recibidas en la jornada electoral del pasado 4 de diciembre.
Ciertamente, si tan seguro estás de tu victoria y de tus encuestas que te dan esa abrumadora mayoría, ¿qué sentido tiene entonces recurrir a las mismas prácticas vergonzantes, eternas compañeras de viaje de los procesos electorales en Rusia?, ¿de qué tienes miedo?
Y es que ayer el número de autobuses y furgones con “votantes repetidores” (karusélshiki), que recorren los colegios votando en 2, 3 o más centros, volvió a ser la tónica habitual. Realmente es algo difícil de creer y entender fuera de Rusia. ¿De qué sirven las cámaras web en los colegios y la introducción en muchos centros del nuevo sistema de urnas electrónicas? El milagro que hace posible que esto se siga produciendo se llama “otkrepítelny talón”, que yo traduzco como “cédula de votación libre”, que permite al elector que la posee, votar en cualquier colegio, fuera de su lugar de residencia.
Pues bien, el número de votos emitidos esta vez con el uso de esas cédulas ha sido también mayor que nunca.
El famoso recurso administrativo, se ha vuelto a reproducir con la misma voracidad que en anteriores citas. Los directores de fábricas, colegios, hospitales, instituciones y administraciones públicas, etc., ejercen una presión constante sobre sus subordinados, para que el voto se produzca en la dirección adecuada.
Mélnikov apuntaba ayer algunos elementos nuevos que se han “introducido” para la ocasión. Las urnas “nómadas”, móviles, que supuestamente persiguen que nadie se quede sin votar por estar impedido para acudir al colegio correspondiente, se han mostrado muy activas este 4 de marzo. Se reportan numerosos casos en que se han presentado en el domicilio de personas que no habían solicitado ese servicio. La negativa a autorizar la presencia de observadores del PCFR, o la expulsión de estos en muchos colegios, ha vuelto a ser práctica habitual. La novedad en esta ocasión, ha consistido en descubrir que en el colegio había ya supuestos observadores del PCFR, a los que el partido ni conocía, ni había acreditado.
Iván Mélnikov volvía ayer a insistir en que si las elecciones hubieran sido limpias, la segunda vuelta hubiera sido inevitable. “El señor Putin ha recibido un 15% de votos que no le correspondían”.
¿Cómo es posible que todo esto siga ocurriendo, después de las movilizaciones de los últimos meses? Muy sencillo. La Duma salida del pucherazo de diciembre, en la que “Rusia Unida” sigue teniendo mayoría, ha rechazado votar los proyectos de ley para la reforma de la ley electoral presentados por el PCFR, que hubieran puesto coto de una vez por todas a que todas esas vergüenzas, sigan siendo, año tras año, protagonistas del día después.
Las reformas que sí se aprobaron a finales de febrero, afectan ante todo a la simplificación del registro de partidos. Ahora con acreditar 500 militantes será suficiente para registrar un nuevo partido. Tampoco hará falta recoger firmas para presentarte como candidato.
Pareciera como si en todos estos meses, desde noviembre, no hubiera pasado nada en Rusia, como si no se hubieran producido las movilizaciones antigubernamentales más masivas de la historia reciente de la Rusia capitalista. ¿Por qué ayer nada más conocerse los resultados no se produjeron manifestaciones espontáneas de rechazo como en diciembre?, ¿no había acaso tantos o más motivos?
Personalmente me inclino por pensar, que toda esa repentina movilización de protesta con predominancia de los “tonos naranja” que se escenificó en diciembre y el 4 de febrero (curioso que en el último mes de campaña no se hayan dejado ver), era un escenario minuciosamente planificado en el Kremlin.
De repente pudimos ver como esos dirigentes de minipartidos de orientación neoliberal y prooccidental, que llevaban años sin obtener representación parlamentaria, se convertían de la noche a la mañana en los “líderes de oposición”. Al menos para la prensa occidental. Curiosamente, el partido que más había crecido (pese al fraude) en votos, el comunista, desaparecía por completo de la escena mediática, para otorgar todo el protagonismo a esos dirigentes, recuperados de la época de Yeltsin, que no contentos con todo lo que consiguieron robar en los 90, volvían ahora a exigir de nuevo su parte de la tarta, sus “petrorublos”, bajo la exigencia de más “democracia”. A esa “oposición” se le unió el que hasta hacía un mes había sido el ministro de economía, Kudrin, ofreciéndose como mediador. Los canales públicos ofrecían un seguimiento sin precedentes a todos esos actos y mítines “opositores”, con más cámaras de televisión que la final del mundial de fútbol…
Durante dos meses, dejaron que se inflase la “amenaza naranja”, para luego lanzar de nuevo al “salvador” de los valores patrios, de esa Rusia independiente y de nuevo fuerte en la arena internacional. Putin reaparece ahora como el garante de la estabilidad y de la unidad nacional ante la amenaza externa. El mismo Putin que ha visto impotente como en sus doce años en el poder, la OTAN ha ido estrechando el cerco en torno a Rusia, permitiendo que prácticamente no quede una sola república ex soviética (a excepción de Bielorrusia) que no tenga ya una base de la OTAN, o aspire a ser “protegida” por la Alianza Atlántica. El mismo Putin que hace un año no puso demasiadas objeciones al saqueo imperial de Libia…
¿Entonces? ¿Qué ha cambiado realmente en estos meses, de verdad todo sigue igual?
No. Algo si ha cambiado. El Kremlin ha utilizado todo el desconcierto de las últimas semanas, para lanzar su proyecto de continuidad a medio plazo (puede incluso que a corto). Ese proyecto se llama Mijail Prójorov, quien parece que esta vez ha llegado (repito, de la mano del Kremlin) a la política para quedarse. Ayer, tanto Putin como Prójorov se deshacían en elogios mutuos. La verdadera “amenaza naranja” (Prójorov ha obtenido el 25% de los votos de rusos en la emigración), el multimillonario oligarca, líder de la patronal, imagen de la nueva Rusia, va con Putin de la mano. Que nadie se sorprenda si acaba de primer ministro.
Que nadie se sorprenda tampoco si a lo largo del año, aparece un nuevo proyecto por la izquierda, que inclusive se reclame también comunista, y que a buen seguro contará, esta vez sí, con (¡oh milagro!) el favor de los medios de comunicación...
Para rematar la faena y desmovilizar al “naranjismo”, el país despierta hoy con las disposiciones del desaparecido Medvédev, pidiendo entre otras cosas, la revisión del fallo judicial que condenaba al oligarca Jodorkovski a 13 años de prisión…
Solo queda por ver, como la que siempre ha sido y sigue siendo única oposición real al capitalismo salvaje (que Putin va a seguir perfeccionando), el Partido Comunista de la Federación Rusa, reacciona con los escasos medios de los que dispone. Es importante que la gente sea consciente de que el principal partido de la oposición, pese a contar con unos niveles de apoyo en numerosos lugares de entre un 20 y un 30%, no cuenta con ningún canal de televisión, ni emisora de radio, afines a su línea política. Baste recordar, que durante la primera semana de febrero, el principal canal privado de televisión de ámbito nacional, la “NTV”, concedía al candidato comunista a la presidencia, un esperpéntico 1% en sus espacios informativos y de opinión.
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