A
propósito de la época navideña, en varios eventos se ha reafirmado
el carácter de solidaridad que deben tener estas fechas. En un
evento de luces y colores, en el que se dio inicio a la Navidad
Brillante, el viernes 14 de diciembre se iluminó en el renovado
Boulevard de las Naciones Unidas, un árbol gigante de navidad y 220
mil luces que permanecerán en el parterre hasta el 6 de enero.
Con la
gran iluminación “Quito se muestra a nivel mundial como es: una
ciudad cosmopolita, brillante, en pleno desarrollo y con una
población pujante y decidida a crear futuro”.
Otro evento de participación masiva fue el agasajo navideño a los hijos de los comerciantes de mercados, centros comerciales del ahorro y autónomos.
Ambos eventos promueven a Quito como una ciudad altamente organizada, que se puede visitar y en la que se puede invertir; contaron con la presencia protagónica de Augusto Barrera, burgomaestre de la ciudad, y la flamante representante de los rezagos de colonización: Silvana di Mella, Reina de quito
Tras los sucesos anteriores se reafirma la lógica municipalista de la existencia de dos Quitos, y del “embellecimiento” de determinadas zonas de uno para aumentar la plusvalía y atraer capitales sobre todo turísticos e inmobiliarios.
Las políticas municipales devienen en una polarización de la ciudad, dicha polarización es legitimada por la presencia de organizaciones sociales y lideres barriales hacia adentro de la dinámica del Municipio.
Cada vez es más común el mecanismo de cooptación a organizaciones barriales, un ejemplo concreto es el Proyecto “Quito Participa” que involucra a líderes y lideresas barriales, aborda temas de identidad, participación y organización social.
El pasado sábado 15 de diciembre culminó el proceso de formación de 300 líderes y lideresas barriales en la “Escuela de Formación Ciudadana” ahora el cuestionamiento radica en qué tanta participación pueden tener como líderes y qué nivel de criticidad se mostrará hacia la labor municipal.
La escuela de formación según como está planteada propende a organizar a colectivos y a líderes barriales entorno a las políticas institucionales, se permite de los líderes exigencias que estén relacionadas con necesidades hacia adentro del barrio, hacia adentro de la comunidad, es decir por la defensa de derechos colectivos.
Hay un desconocimiento de las organizaciones como sujetos protagónicos, basado en este desconocimiento y en la existencia de organizaciones que propenden a la destrucción de la escaza base organizada, el municipio capitalino impone agendas y políticas de las que los sujetos son solo espectadores, reduciendo la participación social a veedurías de obras y políticas que no han sido debatidas por la mayoría de los quiteños.
Bajo el discurso del aporte para el progreso de la ciudad desde prácticas sociales mínimas, lideres y organizaciones no han sido consultadas para el “embellecimiento de la ciudad”, para la colocación de luminarias, el soterramiento de cables, la rehabilitación de boulevares, temas de movilidad, es decir para la modernización capitalina.
No se puede hablar del Quito que Queremos, cuando este Quito lo configuran y lo construyen capitales internacionales en desmedro de las voces de sectores históricamente silenciados; la tarea está en elevar la conciencia de las organizaciones para que su incidencia en la política municipal sea mayor y sea fundamentada.
Solo se podrá hablar del Quito que queremos cuando la participación social sea cotidiana en cada calle, en cada barrio, en cada espacio de la ciudad, cuando la participación social no se limite a actividades de los comités Pro-Mejoras, ni a simples derechos.
La necesidad de disputar el sentido común hace que la Juventud Comunista se levante bajo la consigna RECUPEREMOS LA LUCHA SOCIAL..! Hacia una verdadera participación…!