por Red de Intelectuales y artistas en defensa de la Humanidad
ABP/28/06/2009
ABP/28/06/2009
Una vez más la ultraderecha latinoamericana, acompañada de las grandes empresas de comunicación, ha demostrado su talante antidemocrático y su empeño por acabar con la autonomía de los pueblos que deciden emprender procesos de cambio de la mano de gobiernos legítimamente constituidos.
Esta vez el objetivo de la arremetida oligárquica es el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, quien durante su gobierno se ha distanciado de los grupos de poder económico y político, acabando con el usufructo que los dueños de las grandes empresas obtenían del Estado (especialmente en los sectores del combustible, medicinas y armas), a costa de la miseria de la mayoría del pueblo hondureño.
En el plano internacional, Zelaya ha desarrollado una política exterior cercana a los gobiernos progresistas de América Latina, lo cual le ha valido los apelativos de “populista” y “detractor” de los Estados Unidos, todo ello por atreverse a reclamar el derecho de los pueblos latinoamericanos a decidir sus propios destinos. Internamente, Zelaya ha abierto la casa de gobierno a los sectores populares a fin de confrontar a los altos funcionarios con los sectores más humildes e históricamente ignorados y en 2008 se enfrentó contra un grupo de diputados que pretendían que el Congreso Nacional aprobara una reforma a la ley electoral, a través de la cual el Estado se comprometía a financiar permanentemente a los partidos políticos con dinero del presupuesto nacional. Un decreto de incremento al salario mínimo le valió a Zelaya la antipatía definitiva de los sectores dominantes y las empresas de comunicación, quienes enfilaron el grueso de la artillería mediática contra los intereses de esta nación centroamericana.
En los últimos meses, el presidente Zelaya ha venido proponiendo la realización de una encuesta nacional, a fin de consultar al pueblo hondureño sobre si está o no de acuerdo con la instalación de una cuarta urna durante las elecciones nacionales del próximo noviembre. Es decir, que además de la urna presidencial, de diputados y de alcaldes, se incluirá una cuarta en la que los electores opinarán sobre la posibilidad de convocar una Asamblea Nacional Constituyente. Esta propuesta ha generado un verdadero maremoto político, en el que los sectores ultraconservadores se han unido a los medios de comunicación y han emprendido una campaña multimillonaria en contra del “SÍ”, utilizando todos los métodos de guerra psicológica y argumentos extremistas a fin de influir y atemorizar a la población, con miras a evitar la consulta.
Durante la última semana, algunos sectores del alto mando militar han estado en el centro de la polémica por su negativa a obedecer a su Comandante General, argumentando que no darían apoyo logístico a la consulta y que las fuerzas armadas saldrían a las calles a reprimir cualquier manifestación en apoyo al presidente. Es así como el antiguo régimen oligárquico, anclado en la judicatura y en ciertos sectores reaccionarios del ejército, se levantan para declarar ilegal la convocatoria y violar abiertamente una ley que permite someter a referéndum los asuntos de interés general, desobedeciendo a los poderes legítimamente constituidos e intentando, una vez más, la desestabilización del gobierno democrático de Honduras.
La Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad defiende el derecho del pueblo hondureño a decidir libremente sobre la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente que permita llevar a cabo reformas que modernicen las estructuras de la sociedad y repudia vehementemente el ataque de los centros de poder oligárquicos en contra del presidente de Honduras, Manuel Zelaya. No aceptamos la tergiversación y la manipulación de los hechos por las transnacionales de la información, a sabiendas que la libertad de expresión es un derecho de los ciudadanos y no de las empresas de medios de comunicación. Queremos hacer llegar a los hermanos y hermanas hondureños nuestro apoyo incondicional en su lucha por la dignificación de la democracia, la profundización de los medios de participación y la inclusión de los sectores tradicionalmente marginados, asegurándoles que su batalla es nuestra batalla y que Latinoamérica entera respalda sus procesos de transformación en aras de la independencia y autodeterminación de nuestros pueblos.