Juan
Francisco Torres
Secretario
General
Juventud
Comunista del Ecuador
Las diversas salidas del laberinto académico han
permitido trazar las rutas del eterno retorno hacia el problema central de la
mayéutica filosófica como germen del conocimiento, las preguntas del qué, para
qué o para quienes; han caracterizado la esquizofrenia de la academia
universitaria al no poseer respuesta frente al objetivo esencial de su rol en
la sociedad, contando además con la subordinación por parte del todo
globalizante que, ha utilizado a la academia como un productor – reproductor de
las necesidades del orden social dominante; una institución que a la vez
institucionaliza la reproducción de status social e impone un determinado saber
especifico, quedando claramente expuesta la unidireccionalidad cognoscitiva del
saber científico como ciencia del capital en medio de la modernidad de la
civilización tecnológica, excluyendo cualquier tipo de saber dentro de la
hegemonía institucionalizada del saber positivista del paradigma pragmático y
cuantitativo. Una Universidad que no pone en duda las estructuras de dominio,
sino las reafirma. Así pues, no es coincidencia que a nombre del “progreso
capitalista” se intente excluir el pensamiento crítico de la formación académica,
el momento de estructuración del saber en conocimiento institucionalizado, que
encasilla cualquier tipo de revolución del conocimiento, poniendo a su entera
disposición la conducción política de dominio, es decir la Universidad como una
institución basada en la producción-reproducción de un tipo de saber que forma
parte del orden social existente al cual lo consolida a través de la
legitimación de practicas sociales, perpetuando el poder del capital.
Esta forma, a la que podríamos llamar división social cognitiva, forma parte de
la inteligencia domesticada que apacigua cualquier tipo de heterodoxia de los
saberes rechazados y escondidos por la hegemonía cognitiva occidental,
acompañada además por la construcción de una sacralidad profesional, “virgen”
de cualquier tentación de la “manzana política”, tamaña tergiversación del
pensamiento de Bourdieu, sobre un paralelismo permanente entre lo intelectual y
político, “en este contexto, dice Manuel Agustín Aguirre, en La Segunda Reforma
Universitaria, no podemos dejar de referirnos a los profesores –así como
estudiantes- que escudándose tras el funcionalismo, el academicismo, y
cientificismo, defienden la Universidad tradicional, selectiva, elitista,
apolítica, oponiéndose a la Universidad comprometida, popular, de las masas y
para quienes la reforma, en el mejor de los casos constituye una modernización
refleja, una copia servil de sus admirados modelos metropolitanos, hoy en
crisis, que restaure la tranquilidad y el silencio claustral, perdidos para siembre,
y que signifique una mayor adaptación a los valores de una sociedad caduca a
cuyo caparazón adhieren y defienden”
Es así, que a través de esta “neutralidad ética”
se otorga la plena libertad para la colonización del saber por la gran
industria ideológica imperialista y el fetichismo de la mercancía intelectual,
el positivismo a raja tabla es el pensamiento oficial representado en la
academia y la relación social, desmovilizando la lucha ideológica a través de
la pacificación interclasista y el desarme teórico de la clase oprimida. De tal
forma que la “solución” a los problemas sociales es mediante el desarrollo
cientificista de las “alternativas civilizatorias” en el orden establecido o
peor aún el “best seller” de la superación personal mediante la alienación
académica, características típicas del arribismo clasista; la educación
liberadora no se basa en la titulación de la mano de obra calificada,
para ello vale recordar al ideólogo de la Reforma de Córdova, Deodoro Roca,
quien calificaba al título profesional como la satisfacción de la vanidad de
los mediocres.
Por otro lado la arremetida del capital
cognitivo, desencadenó la disminución de los intereses primordiales de la
universidad, a través de las políticas públicas atravesadas por las prácticas neoliberales
del modelo de desarrollo económico, mutaron la Universidad (como parte de la
totalidad de instituciones públicas) hacia la reproducción del capital
cognitivo inherente a la producción del servicio simbólico, proceso subordinado
del nuevo reordenamiento capitalista conceptualizado como globalización
mercantil de la actual “universidad empresa”, cuya salida “superadora” de la
crisis financiera interna, es la continua y permanente auto-generación de
recursos que, de alguna manera permita cubrir los diferentes gastos de
desenvolvimiento institucional, obligándola a mantener una alianza perversa con
el capital financiero para la producción y consumo de los servicios cognitivos
que estarán en expectativa al interés del capital, cuyo resultado, a mediano
plazo, es la totalidad de la universidad tanto públicas como privadas y
politécnicas, en una gran empresa dispuesta a cubrir en el mercado de
conocimiento profesional las mejores y más baratas formas de producción y
reproducción capitalista. Esta alianza capital-conocimiento es el primer
atentado contra la verdadera esencia de la autonomía universitaria por su base
en la producción de conocimiento determinado por el fetichismo económico
transnacional, cuya esquizofrenia institucional será la no distinción entre
público y privado. Además de la ruptura epistemológica sobre el objetivo mismo
de la Universidad como ente liberador y relacionado con la alianza del
conocimiento popular y el diálogo de saberes.
Este “mercado de gestión universitaria” responde
a la creciente privatización educativa referente al auge de las distintas
carreras universitarias basadas en la oferta académica capitalista, tal
consecuencia el auge de universidades como negocios particulares, acompañado
por la división social del conocimiento en las distintas ramas profesionales de
inversión académica –carreras para clases altas y bajas- consecuencia de ello
la disminución en base a esta restricción del ingreso a la universidad de las
clases populares, además del alto porcentaje de desigualdad hasta el término de
la carrera, en resumen estas características de la mercantilización educativa
de una Universidad vinculada con la lógica liberal de los procesos de una
supuesta formación profesional, la cual ha vulgarizado la producción cognitiva
de creación con el determinismo técnico y positivista frente filosofía
pluriversitaria originaria y al servicio del pueblo.
La dualidad táctica de las vías de transformación
entre la imposible innovación universitaria del mercado neoliberal debe
ser contrarrestada con la ecuatorianización del interés estudiantil como
forma emancipadora de la política, administración, autonomía, relación y
pedagogía entre el ethos universitario con la sociedad en su conjunto, en
resume una Reforma Universitaria de carácter socialista, tal cual lo
consideraba Julio Antonio Mella, por el simple argumento de ser el socialismo
el único espíritu revolucionario del momento. “Un concepto socialista de lucha
por mejorar la universidad es similar al concepto del proletariado en su acción
por mejorar las condiciones de su vida y su medio”. La reforma universitaria no
debe ser comprendida como reforma social o peor aún con reformismo social, la
concepción reforma en lo social es diferente en la Universidad; esta
institución por sus particularidades y originalidades debe cumplir su rol en el
momento histórico y para ello debe ser reformada totalmente. La revolución la
hacen los pueblos, no guetos ni claustros. Por tal razón dejemos a ese
infantilismo de izquierda que continúe tontamente poniendo “focos insurgentes”
pero de pequeño voltaje en su micro-cosmos universitario.
La Tercera Reforma Universitaria con espíritu
socialista, debe considerar erróneo que la solución se base en superar
problemas de aulas, entendido como presupuesto, calidad, libertad, democracia,
inversión, autonomía; cuyos discursos se confunden y se argumentan con las
consignas liberales de la política económica capitalista de la libre empresa;
por ello se debe marcar el punto la distancia del movimiento estudiantil sin
caer en oposiciones ciegas, una reforma incluso semántica de las alternativas y
la actualidad transformadora, la urgente necesidad de generar el espíritu
socialista del corpus universitario.
Es así que nos encontramos a la salida de este
laberinto de incertidumbre académica, y es en este momento donde el pensamiento
científico-crítico debe cumplir su papel dialéctico de transformación y
rupturas epistemológicas que enfrente al orden establecido de la academia,
liberando al conocimiento de las relaciones de dominación de poder.
Ese deberá ser el objetivo de la Coordinadora
Nacional de Estudiantes Universitarios –CEUPE- que en estos días se prestará a
organizar su congreso fundacional, en la medio del debate consultivo, diálogo y
resolución colectiva entre los y las estudiantes que conforman la gran
colectividad universitaria. Un proceso consciente de re-construcción de
movimiento estudiantil nacional, el punto de articulación de movimientos y
gremios de universidades de toda índole, una exquisita diversidad entre las
universidades públicas, particulares y politécnicas, que se han unido para
velar la defensa de derechos estudiantiles, la calidad académica encaminada a
la liberación social. Una pluralidad de más de 26 gremios estudiantiles de las
diferentes universidades del país y un sinnúmero de movimientos juveniles
universitarios; serán los que se aglutinen en esta gran Confederación para
materializar una transformación que la Universidad necesita. La táctica de la
movilización de ideas para continuar construyendo la Tercera Reforma
Universitaria con espíritu socialista, debe ser el paso
necesario que tienen que dar nuestras universidades, una autocritica que genere
la re-inauguración de la academia y atente al claustro del institucionalismo
cognitivo y la formalidad de considerar a las aulas como único espacio del
saber; es hora de desalambrar las universidad con la
entrada del pueblo y expropiar el capital cognitivo antropocéntrico, mediante
las cosmovisiones y saberes históricamente negados. El arma de la
crítica no puede soportar evidentemente la crítica de las armas; la fuerza
material debe ser superada por la fuerza material; pero también la teoría llega
a ser fuerza material apenas se enseñorea de las masas. Marx
Quito, 30 de octubre del 2012