Mas la lejana nubecilla, tenue y espectral,
no desapareció, sino que ha ido agrandándose sin cesar hasta convertirse en un
amenazador nubarrón que pende sobre el régimen capitalista.
En 1917 estalló la tempestad en Rusia. Los obreros
y los campesinos expulsaron a los capitalistas y a los terratenientes y
comenzaron a organizar una vida justa. Desde entonces ha transcurrido un lapso
de tiempo relativamente corto y las
tempestades de la cólera popular han barrido a los explotadores de otros trece países.
Ahora, catorce países viven una nueva vida. Su población la integran mil
millones de personas, o sea, un tercio de todos los habitantes de nuestro planeta.
Este es el largo camino recorrido desde que vio la luz por primera vez el libro
de Marx y Engels El Manifiesto del Partido Comunista, o como es corriente
llamarlo, El Manifiesto Comunista, libro que ha enseñado a los hombres a luchar
por una justa organización de la vida.
Marx y Engels descubrieron la fuerza social
capaz de conducir a los pueblos hacia la libertad, el bienestar y la dicha. Es
fuerza es la clase obrera, el proletariado. El proletariado, la clase mas
explotada de la sociedad capitalista, se convierte, por la propias condiciones
de vida, en el enemigo más consecuente e irreconciliable del régimen capitalista.
Es la única clase que no posee la propiedad privada de los instrumentos y
medios de producción (fabricas, maquinas, tierra, etc.) y que por consiguiente,
no tienen por qué defenderla. Marx y Engels vieron el camino de la emancipación
de la clase obrera en la supresión de la propiedad privada, causa de la división
de los hombres en ricos y pobres, opresores y oprimidos, y en la sustitución de
la misma por la propiedad privada social, que constituye, como ya se ha dicho,
el fundamento del socialismo y del comunismo.
Los intereses de la clase obrera son cercanos,
afines, a los intereses vitales de todas las demás capaz de trabajadores (los
campesinos y los empleados). Todos ellos sufren la opresión de los
capitalistas. Por eso, todos ellos aspiran, en definitiva, a derrocar el
capitalismo y construir el socialismo. Los enemigos comunes y los intereses
comunes empujan a estas clases a la unión.
Al proletariado le son ajenos los estrechos y
egoístas interés de clase. Cuando conquista el poder aspira a enriquecerse a
expensas de otras clases de la sociedad. Al emanciparse a sí mismo, a la clase
obrera emancipa también a toda la sociedad de todas las formas de opresión.
Publicaciones de “El Pueblo”
Junio 1966
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