miércoles, 22 de julio de 2009

RAFAEL CORREA: "UN ALFARISTA CON EDUCACIÓN GARCIANA"


Por: Juan Francisco Torres

Juventud Comunista del Ecuador (CPP)

Mucha conmoción ha causado uno de los últimos decretos del Gobierno de Rafael Correa, el decreto 1780, el cual claramente da la potestad de “evangelizar e incorporar a la vida socio económica del país, de todos los grupos humanos que habitan o habitaren dentro de la jurisdicción territorial encomendada en su cuidado, exaltando los valores de la nacionalidad ecuatoriana”. Refiriéndose al convenio realizado con representantes de las Misiones Católicas en nuestro país.

La lucha histórica por la conquista de la libertad de pensamiento en el sistema educativo nos hace retornar a los años de 1895, donde la Revolución Liberal, llevada a cabo por Eloy Alfaro y los “montoneros”; daban un duro golpe al oscurantismo y conservadurismo representado por la Iglesia Católica.
La educación en el Ecuador durante el siglo XIX fue uno de los sectores menos atendidos por los gobiernos, desde la creación republicana de nuestro país en 1830, donde el gobierno del “santanderista” Juan José Flores nada hizo por el ámbito educativo.

Será Rocafuerte el que comience a impulsar algún proyecto educacional, sin embargo no fue suficiente, siendo los sectores más oprimidos y explotados los que veían imposible la asistencia a los centros educativos.

Recién en la década de 1860, donde la figura de García Moreno dio mayor y primordial importancia a la atención educativa así como lo narra Alfredo Pareja Diezcanseco en su libro “Breve Historia del Ecuador” “…mejoró los métodos de enseñanza y trajo del exterior buenos maestros para diferentes niveles de educación si bien se le criticaba el haber sometido toda enseñanza a una tiranía confesional…”

Los Hermanos de la Escuelas Cristianas, los Jesuitas; se convirtieron en los rectores de las políticas educativas “El 28 de junio de 1863, se celebró un contrato entre el Poder Ejecutivo y el Padre General de la Compañía de Jesús, mediante el cual ésta podía establecer casas y colegios de educación, según su instituto, en todo el territorio de la nación; el Gobierno ecuatoriano se encargaba de sufragar los gastos de los Padre y Hermanos que vieran para el servicio de los colegios; el plan de estudio se regía por el llamado Ratio Studiorum de la misma compañía” (Edwin Guerrero Blum en Historia el Instituto Nacional Mejía)

Como nos damos cuenta, la educación ecuatoriana, ha estado dominada desde sus inicios por el dogma religioso, que quizá en su momento fue necesario para desarrollar la educación en el país pero al mismo tiempo ha demostrado ser también la encargada de subyugar y oprimir al pueblo.

Como es de suponerse, el financiamiento educativo corría por cuenta del Estado, reflejando una vez más la intromisión religiosa en el desenvolvimiento político republicano.

Pero será con la Revolución Alfarista de 1895 donde el laicismo se presentó en esencia pura al separar el dominio de la Iglesia enquistado en el aparato estatal, igualmente se verá reflejado en la creación de institutos educativos laicos.

Eloy Alfaro se encargó personalmente de llevar a cabo el cambio del tipo de enseñanza educativa; es en el año de 1897 donde fundará el primer establecimiento de educación laica, el Instituto Nacional Mejía en la ciudad de Quito, los ideólogos liberales veían en este establecimiento y en el laicismo: “la escuela de formación social donde se destaquen seres sociales críticos y libres”.

Pero dejemos que el mismo Eloy Alfaro nos diga cuales fueron los objetivos al fundarse la primera institución laica:

“Formar jóvenes materialmente robustos, aptos para las fatigas cuando haya llegado el tiempo de salir por los fueros de la Patria: activos y audaces cuando algún tirano pretenda conculcar las leyes y pisotear los derechos del pueblo; y sobremanera, ciudadanos dignos de sostener y reivindicar las garantías sociales y las suyas propias.

De aquí la necesidad de dilatar los horizontes en que deben funcionar los jóvenes, con una educación más extensa y sólida, más adecuadas a las condiciones de vida moderna, más en armonía con las exigencias del bienestar personal. Yo espero, señores, que este plantel ha de producir, no muy tarde, los más ricos frutos, y abrigo la firme convicción de que los jóvenes ecuatorianos han de encontrar en este establecimiento un asilo provechoso”. (Eloy Alfaro sobre el Instituto Mejía)

Como vemos, el “alfarismo” significó esa ruptura epistemológica que a través de la lucha guerrillera transformó la educación opresora reflejada por la Iglesia Católica por una educación libre y liberadora.

Creo que es importante realizar este pequeño recordatorio, en especial frente a un gobierno que se ha proclamado “Alfarista” pero paradójicamente intenta “evangelizar e incorporar a la vida socio económica del país” a distintos grupos sociales.

Cómo explicar este intento de volver nuevamente al oscurantismo religioso que fue vencido en el siglo XIX. No es posible que la educación ecuatoriana tenga influencia de Misiones Cristianas, Evangélicas, Salesianas o lo que sean. (Con el respeto que se merecen cada una de ellas).

Cómo podemos aceptar que el gobierno patrocine y financie a grupos religiosos para que manejen parte de la educación ecuatoriana, si ya en el artículo I de la Constitución dice claramente “El Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia, social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico”. Cómo puede existir laicismo, libertad de pensamiento, libertad de culto; si la función de estas misiones es evangelizar, además cómo pretende fortalecer las culturas si permite la intromisión de un estilo de vida religiosamente occidental.

Por otro lado, la facilidad que poseen estas misiones, no se compara con los limitados recursos y accesibilidades que posee la educación pública en general. Sin duda las primordiales preocupaciones de este gobierno ha sido para el sector educativo y se reconoce su merito por la disposición de mejorar la calidad educativa, pero debemos entender que la solución no es relacionar educación con religión.

No podemos caer en fanatismos, ni en calumnias sobre las falencias de la educación ecuatoriana; el sistema educativo es producto de la falta de importancia que históricamente no se la ha destinado. Bien o mal nuestro país y nuestros mejores representantes han sido formados por la educación pública y laica.

No podemos solucionar algún problema educativo pretendiendo entregar algún sector social para que sea formado por misiones religiosas, cada persona y cada comunidad posee la libertad de elegir su culto o su creencia.

Este decreto 1780, firmado el 12 de junio del 2009, ha derrumbado la posición “Alfarista” que pretendía crear el gobierno de la “Revolución Ciudadana”, y estoy convencido que si se continúa con este tipo de planteamientos no solo negaría la importancia del laicismo, sino traicionaría el sueño de Eloy Alfaro por la libertad por el cual vivió, luchó y murió.


Quito, 22 de julio del 2009