lunes, 6 de septiembre de 2010

Primeras rectificaciones sobre las resoluciones del II pleno de un nuevo Partido Comunista – Maoísta.

Juan Francisco Torres
Juventud Comunista del Ecuador

En pasados días recibimos un documento sobre unas resoluciones del II pleno de un PCE (MLM), estas han generado ciertas dudas sobre su línea política y el planteamiento sobre ciertos problemas; los cuales intentaré brevemente abordar con el fin de –si es posible- avanzar en el debate político y generar espacios en común a través de nuestras diversas posiciones para forjar la unidad juvenil y enfrentar al enemigo común: el capitalismo.

Este escrito se basará –inicialmente- en un punto importante: El papel de la violencia en la lucha revolucionaria.

El PCE (MLM) al referirse resumidamente sobre la lucha independentista de nuestro país, concluye en una parte llamada “Qué lecciones nos deja el Primer Grito de la Independencia” y toma en el primer punto que: “Ningún cambio trascendente en la historia ha sido de manera pacífica, siempre ha sido necesario el uso de la violencia revolucionaria de los pueblos para derrotar a los opresores”.

Sobre esta conclusión vale considerar algunos argumentos. Pretender caer en el dogma de una sola forma de lucha, primero a más de ser ilusorio es anti-marxista porque está generalizando los procesos de lucha sin examinar ningún tipo de situación real, esto desgraciadamente cualquier movimiento “revolucionario” plantea y planteará abiertamente y como premisa principal, donde la lucha permitirá el cambio y una lucha eminentemente violenta. Sin embargo no es la violencia la protagonista en los cambios revolucionarios y pero aún considerar que por la violencia se van a lograrlos, a la violencia sea o no revolucionaria debe considerarse una estrategia, un mecanismo dentro del proceso revolucionario y no el provocador del cambio revolucionario. La teoría marxista no plantea que desde un inicio, la revolución se lleve a cabo a través de la lucha violenta, sino está ha sido consecuencia de la necesidad de la auto-defensa y del combate decisivo frente a la brutal ofensiva contra-revolucionaria, así el nivel de violencia será acorde igualmente al grado de organización del pueblo. Caer en estas posiciones deterministas y poco dialécticas; se podría considerar como revolucionario a todo “blanquista” antiguo o terrorista o anarquista que cree que la violencia en cualquier momento es revolucionaria y peor aun sin un análisis concreto. Cuando ponemos a la violencia generadora del cambio o la protagonista caemos en el anarquismo. La violencia individualizada sin el sujeto revolucionario son practicas que caen en formas contrarrevolucionarias al asustar tanto al proletariado y a la población en general siendo un fracaso y un paso hacia atrás para la organización de vanguardia; frente a ese temor la población nunca apoyará y peor aún pertenecerá a las filas de dicha organización. Pero ¿Dónde esta el verdadero generador de la violencia revolucionaria? Para responder esta pregunta debemos retomar los textos de Marx y entender que “Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social.” Los cambios revolucionarios no están determinados por la violencia, sino por las condiciones de las fuerzas productivas y sus relaciones de producción cuya contradicción permitirá tanto en la estructura la condición concreta para que igualmente la superestructura permita la claridad y el pueblo en forma consciente tome la vía violenta.

En algún momento histórico las relaciones de producción y la contradicción con las fuerzas productivas, desembocará en el inconformismo social, porque ese mismo tipo de relación no estará de acuerdo con las nuevas formas y avances productivos; la superestructura deberá encontrar una salida para adaptarse al nuevo sistema, este es un cambio revolucionario cuyo nivel de conciencia será determinado igualmente por la capacidad de influencia organizativa del Partido, la violencia entrará al juego cuando los sectores reaccionarios y conservadores intenten impedir el cambio social y atenten la vida de los y las revolucionarias. Es ahí que frente a la violencia reaccionaria la violencia revolucionaria.

“Al cambiar la base económica se transforma, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en un a palabra las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo”.

Sería muy fácil considerar a la revolución únicamente como un “traspaso violento”, Lenin al respecto considera lo siguiente: Estamos muy lejos de pensar que deba negarse todo valor a los heroicos golpes aislados, pero es nuestro deber prevenir con toda energía contra la afición al terror, contra su concepción como medio principal y fundamentalmente de lucha, cosa a la que tanto se inclinan muchísimos en el momento actual. El terror jamás será una acción militar ordinario: en el mejor de los casos, solo es utilizable como uno de los medios que se emplean en el asalto decisivo. (Lenin, Por dónde empezar).

Analicemos un ejemplo concreto, la muerte de un Skinhead en la ciudad de Quito, este hecho que involucró a una organización de izquierda autodenominada anarco-comunista y el grupo fascista, cuyo desenlace terminó con la muerte de un integrante de este último, en medio de la justificación de culpabilidad que cada agrupación argumenta se exhala del mismo caso la percepción que tiene la sociedad, donde sin importar argumento alguno de ambos bandos –peor aún de los anarco-comunista, por obvias razones de construcción social- rechaza este hecho, no comparte este tipo de violencia, a pesar que no conoce que está por medio de este caso- pero aún así lo detesta. Frente a estos acontecimientos aislados del pueblo no puede organizar ningún cambio revolucionario sino separarse aún más del sujeto revolucionario y caer en grescas donde la violencia individualizada solo será vista por la sociedad que únicamente la rechazará. Sin embargo la legitimidad de la defensa, es bajo la condición concreta que sucedió este hecho. Estos acontecimientos más que interesar a la prensa en su difusión sensacionalista, podría quedar en nada y aún más puede ser contraproducente.

Cuando el marxismo en una frase dice que “la violencia es la partera de la historia” no es la concepción vacía de la violencia, sino involucrada a la lucha de clases y el antagonismo capital-trabajo, es la clase oprimida cuya violencia es lógica en una situación de lucha de clases se enfrenta al capitalista porque su explotación más clara es a través del trabajo.

No comprender desde una visión histórica la violencia revolucionaria, en una situación concreta, es no entender el marxismo-leninismo, es tener un mismo recetario para situaciones diferentes, lo cual solo llevará al fracaso.

Como hemos visto Lenin no llama ciegamente a la lucha violenta, a esta la considera como un respaldo importante en el proceso revolucionario, es así que la visión sobre la acertada combinación de todas las formas de lucha se encuentra claramente en le libro “Guerra de Guerrillas” donde en uno de sus párrafos dice: “En primer lugar, el marxismo se distingue de todas las formas primitivas del socialismo pues no liga el movimiento a una sola forma determinada de lucha. El marxismo admite las formas más diversas de lucha; además, no las "inventa", sino que generaliza, organiza y hace conscientes las formas de lucha de las clases revolucionarias que aparecen por sí mismas en el curso del movimiento. El marxismo, totalmente hostil a todas las fórmulas abstractas, a todas las recetas doctrinas, exige que se preste mucha atención a la lucha de masas en curso que, con el desarrollo del movimiento, el crecimiento de la conciencia de las masas y la agudización de las crisis económicas y políticas, engendra constantemente nuevos y cada vez más diversos métodos de defensa y ataque. Por esto, el marxismo no rechaza categóricamente ninguna forma de lucha El marxismo no se limita, en ningún caso, a las formas de lucha posibles y existentes sólo en un momento dado, admitiendo la aparición inevitable de formas de lucha nuevas, desconocidas de los militantes de un período dado, al cambiar la coyuntura social”.

Así como el ultrismo cae en una monótona estrategia de forma de lucha, el reformismo plantea únicamente el transito pacífico como su único mecanismo; estas concepciones que para un marxista no es más que la miopía política y organizativa, las rechaza frontalmente. Insistimos nuevamente en la acertada combinación de todas las formas de lucha, porque hasta para la visión de la guerra prolongada necesitamos del pueblo, del sujeto revolucionario; y no podemos negar en donde y con quien se encuentra en estos momentos, no podemos cerrar los ojos frente a esta realidad. El pueblo apoya la gestión de Correa con más del 70% y es desde ahí y desde las calles donde se comienza a organizar la revolución.

Por otro lado creyendo además que ha sido el tema menos debatido es sobre la capacidad superestructural sobre la violencia revolucionaria, es la supuesta paradoja entre la ética y moral revolucionaria con la violencia.

La violencia obscena y disfuncional patrocinada por el capitalismo como una noción ideológica universal ha contribuido a su vez para el no entendimiento dentro de los movimientos revolucionarios, este tema ha sido también una construcción de dominación social, el sistema capitalista maneja en todos sus aspectos la práctica de la violencia tanto psicológicas como sociales concretas, el problema de la violencia en los actuales momentos se basa en la consideración como un ente post-político donde hasta la excitación sentimental de la violencia a caído en el vacío de conseguir solo una salida desesperada a los problemas individuales causados por el mismo sistema. Es así que no sea ninguna causalidad que en el seno mismo de los países “desarrollados” tengan la facilidad de llevar armas los estudiantes y matar a quien se presente en el camino. Esta violencia quizá en el contenido esencial del problema podría caer en las prácticas ultristas de los movimientos políticos al pretender disparar o eliminar a personas individualizadas; más no en forma organiza de una lucha abierta entre clases. La superación entre la enajenación juvenil post-política y los grupos políticos ultristas, es la recuperación de los sentimientos como para dar la vida por una causa política la cual la sienten como suya. Sin embargo pueda que los resultados sean muy parecidos. Con la supuesta victoria ideológica del capitalismo se perdió hasta el verdadero significado de tener la capacidad de entregar la vida por una causa justa, política y revolucionaria. En pleno auge de la lucha revolucionaria en América Latina los jóvenes entregaban su vida por un mundo mejor, mientras tanto hoy la vida de la juventud depende de si algún degenerado producto del sistema pretenda de la forma más vacía y sin sentido arrebatarla.

El verdadero revolucionario –decía en Che- esta guiado por grandes sentimientos de amor por la humanidad, nosotros y nosotras militantes comunistas y fieles a nuestro Histórico y Glorioso Partido Comunista del Ecuador, no despreciamos la vida humana, la respetamos porque no tenemos el mismo actuar capitalista donde invade el terror y el miedo, nosotros y nosotras no nos enfrentamos con los mismos mecanismos al sistema, porque únicamente lo estaríamos reproduciendo y fortaleciendo, sin embargo nuestra moral “está subordinada a los intereses de la lucha de clases del proletariado”. Nosotros y nosotras hacemos la guerra para conquistar la paz.