Somos aproximdamente 70 mujeres de un referente de mil las que de manera clandestina hemos interrumpido voluntariamente un embarazo no deseado y son el 18% de mujeres las que han muerto por practicarlo. Muchos reconocen al aborto clandestino como una problemática, el aborto intenta victimizar a la mujer en una situación cultural y económica social injusta que no le permite ejercer una maternidad libre y consciente pero este hecho ha transgredido hasta a posiciones religiosas y conservadoras (católicas exclusivamente) en donde se victimiza al feto y se culpabiliza a la mujer y a un machismo descarado que dice violar los derechos de paternidad. El carácter clandestino porta la verdadera problemática más allá del drama de un aborto ya que pone en evidencia una realidad innegable que es el riesgo mortal que corre la mujer al ser objeto de prácticas ilegales y del cual el estado en si no se responsabiliza. El marco jurídico ecuatoriano señala de ilegal y penado las formas de aborto a excepción al aborto terapéutico. La situación absurda de estas leyes radica en que no más de cinco mujeres han sido procesadas legalmente por la supuesta penalización y paradójicamente el miedo a ser penadas nos ha llevado a practicar un aborto clandestino que en muchas ha dejado secuelas y consecuencias atroces e irreversibles.
Exigimos por estas razones la despenalización del aborto ya que viola la autodeterminación de la mujer para decidir sobre su cuerpo y la obliga a decidir entre una práctica que vulnera la dignidad y vida humana y una maternidad obligada producto de todo el aparataje falo céntrico que delimita al sujeto femenino como una objeto de reproducción y especialmente al sistema que consolidado con el patriarcado nos necesita como reproductoras de mano de obra especialmente en países de la periferia donde el ejecito industrial de reserva faculta la explotación capitalista global, entendido desde este punto, no compartimos posiciones feministas que corporativizan la lucha de la mujer reduciéndola a una simple demanda de derechos que realmente sigue sujeta a la función jurídica del aparato regulador del orden social. Si bien la acertada combinación de las formas de lucha, legitima como vía de reivindicación la demanda de derechos, esta no sería la única táctica ya que sabemos que son conquistas efímeras que no garantizarán la emancipación de la mujer mientras subsista el sistema de opresión capitalista. Así mismo, el aborto como derecho de libertad civil conduce a la subjetividad moral femenina a fijarse en elementos de individualismo contractualista racional, es decir toda una ideología liberal pequeño burguesa que está reproduciendo a una mujer unidimensional que piensa ser ella y nada más ella la que cae en desgracia al perder su libertad individual, calcula cuanto gana y cuanto pierde de este falso principio que estaría ejerciendo como ciudadana. Es necesaria hacer esta diferencia pues ha llevado a muchas mujeres a una ceguera funcional del paradigma de racionalidad y no ha permitido encontrar la verdadera esencia de feminidad la que creemos como una formación de acogimiento justo y equitativo de la colectividad, todo lo contrario del falocentrismo discriminativo. Debemos alertarnos de toda esta hegemonía impuesta y en boga que ha determinado a la sexualidad como una reducción genito-hedonista en la que se edificaría la libertad sexual que se mide con la misma regla del machismo por ende del sexismo.
Es por esto que no dejamos de recalcar la cualidad clasista que atraviesa la lucha de género, el reclamo por la despenalización gravita en todas esas mujeres que no hemos podido acceder a condiciones seguras que protejan nuestra vida. Pero cuál es el sector más vulnerable? Son esa mayoría que no tiene los recursos económicos necesarios para interrumpir su embarazo con un especialista y en este mismo sentido es la mujer desposeída la que lo hace ya que esta consiente de no poder proveer de las necesarias condiciones materiales de la vida de su hijo, por qué penalizar entonces la decisión de una madre que por experiencia propia rechace traer a un ser humano a un mundo en plena crisis civilizatoria?. Cuando las relaciones de género sean de complementariedad y no de dominación, hombre y mujer podrán decidir sobre cuantos hijos tener, pero mientras la mujer siga siendo oprimida por el patriarcado y el capitalismo es ella la que debe decidir sobre su condición de ser madre y debe ser garantizada y asistida en cual sea su decisión y en la situación social en la que se encuentre. Estamos consientes de que estas relaciones de dominación condicionadas en la super estructura no se transformarán sino cuando las relaciones de producción capitalistas sean abolidas en la unidad de acción revolucionaria en las que las mujeres en tanto que sujetos históricos construyamos un mundo sin explotación y sin discriminación que las comunistas llamamos socialismo.